miércoles, 11 de febrero de 2015

Hoy: MIGUEL CARCASONA en las Conversaciones al lado de La Aljafería


Hoy, a las 20.30 tendremos una ligera lluvia y la temperatura rondará los 4º. El tráfico en la Avenida de Madrid, a la altura de Casa Emilio se habrá aquietado. Más de 30 entusiastas aficionados a la Literatura irán entrando al Pasaje aledaño al célebre restaurante. ¿Dónde irán esas personas adultas y escoscadas?  Algunos iniciados entrarán por la Calle Borao, pero la mayoría por la Avenida de Madrid tras comprobar que el número 7 corresponde al Pasaje. Se concentrarán en la puerta del local que tiene un rótulo sobre la puerta: Pasaje a Marte. ¿Qué hay hoy aquí? Preguntará un vecino. Alguien dirá: viene un poeta que ahora hace novelas.

EL RECAÚ-CONVERSACIONES AL LADO DE LA ALJAFERÍA
-Parando cuenta o "si no nos conocemos nos vamos"- 


MIGUEL CARCASONA
habla con el Mestizo



Estos días, Miguel Carcasona Brau (Sangarrén, 1965) está en la cresta de la ola con su última obra editada por Tropo.


Pero antes hubo otros libros:


En esta foto, tomada de face de Sergio del Molino, lo vemos con sus colegas literarios. ¿Una generación? Podría elucubrarse. ¿Una reunión casual? Seguramente, no.


Hoy, Miguel, amante, entre otras cosas, de los gatos y de la canción de autor, hablará con el señor Mestizo con un vino en la mano, como corresponde al estricto protocolo de estas Conversaciones al lado de La Aljafería.

Aquí, un poema de Carcasona, tomado del blog de David Mayor.

IN MEMORIAM 

Cuando uno busca huir de lo ya dicho
e intenta, en la distancia, la palabra
nueva, el análisis en frío, siempre
valioso para desligar la lógica
de nudos y disfraces, se tropieza,
a cada paso, con vocablos viejos
casi sin filo por el uso, –ajados
gabanes donde ya la lluvia cala–,
o con dédalos llenos de Ariadnas
sin hilo y vengativas, al acecho
del Teseo aprendiz de bravucón
que, alguna vez, a todos nos domina.

Entonces, uno sólo puede uncirse
al fácil asidero de los clásicos,
–lo absurdo, el río, la soberbia osada–,
como un gallo converso en la derrota,
salir del laberinto sin escamas
y algo mordaz tras el avance, –euforia,
tu nombre en los anales se corrompe–,
y registrar un último apunte
en el cuaderno inútil: demasiado
frágil, sí; demasiado
frágil es el aliento que nos mantiene.

Miguel Carcasona
En el arcén de la costumbre (IFC, 1998)

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